30 de noviembre de 2010

llegó el invierno

 Es lo más tronchante que he visto en mi vida. Eran las nueve de la mañana y Paquín se levantó ipso facto, raudo y veloz, no es para menos, una noche de pesadillas es horrorosa, y de vez en cuando toca. Uno duerme mal, a trompicones, y además había entrado la primera ola de frío del invierno, por lo que a Paquín todo esto le pilló con la ropa de cama del verano, es decir, con una sola manta. Y es que la añoranza a estirar el verano es siempre la misma, hasta que no te caen carámbanos de hielo en la cara un día, uno se piensa que sigue en verano o en el postverano. Todo ello hizo que Paquín durmiese fatal, y por eso se levantó rápido queriendo pasar página de la noche al día, porque si uno se demora un poco vienen esos horribles cinco minutos más para recuperar un poco de sueño, que ni se recuperan ni nada, bueno sí, se recuperan en ojera prufunda.
¡Ras!, la manta fuera, y con un poco de baile Paquín se puso a entrar en calor bailando "las mamachicho".
 Una vez en el baño, en su proceso de aseo matinal, Paquín se da cuenta de que el roll-on está seco como un tambor al sol, de hecho llevaba ya cuatro días sin líquido. lo evidente es lo evidente, y Paquín fue a la cocina entonces para desayunar acto seguido y entonces aprovechó y se puso un poco de mermelada de naranja en la axila. Aquello una vez que seca deja los pelillos que da asco que uno va andando y tiene la sensación de ser un acordeón, pero Paquín era así, feliz con sus trucos tontos.
  En el piso de arriba, hablo del tercero, porque Paquín todos sabemos que vivía en el segundo estaba Crochenca, ella era la dama del hogar, la maruja de las nueve y cuarto, porque esa es la hora a la que sonaba su reloj despertador de sirena que le regalaron al completar un puzzle de dos mil piezas. Ella encantadísima que estaba con el frío que recién había llegado. Su televisor a bombo y platillo difundía a becarios reporteros en los más variopintos lugares de España para hablar de lo mismo que se habla en estos casos, del frío que hace en los más remotos y absurdos lugares de todo el territorio nacional, uno por uno, sin perder detalle, describiendo cada cual como si fuese un experimento científico; de hecho los reporteros aprovechaban hasta para preguntar a las viejecitas de ciento cuatro años de edad, lo que habían comprado en el supermercado. Ellas lo enseñaban encantadas. Todo esto no venía a cuento, pero es que lo curioso e importante es que lo había comprado bajo los efectos de la ola de frío, y con eso ya tenían siete horas de programación continuada y un público fiel que lo veía.
  Crochenca estaba canosa y tenía un gato que daba un tufo a la casa que ella disimulaba con ambientador del malo. Crochenca llamaba cada mañana a Cheché por teléfono para satisfacer su ansia de hablar de cosas instrascendentes. Lo primero que se dijeron tras descolgar el auricular fue lo siguiente: - Cheché, llegó el invierno, a lo que la otra le contestó: - sí, llegó....

 continuará




Oyoyoyoyoy!!

21 de noviembre de 2010

Gratis



A la gente le gusta mucho todo lo que es gratis. A la gente le encanta ir a las ferias para llevarse a casa todo lo que sea gratis, aunque sea un bolígrafo que no escriba.
Me acuerdo la semana pasada que en la plaza de la catedral había una cola inmensa porque por supuesto que regalaban algo. Sí, así era, regalaban unos arbolitos pequeños para plantar, no me acuerdo de qué especie eran. Vaya cosa más absurda pensé yo, pero si nadie vive en casas con jardín, ¿Dónde los iban a plantar?
Claro que a lo mejor eran gente del campo que por pura casualidad pasaban por allí y aprovecharon la ocasión para recoger ese arbolito que plantarían después en su finca o en su jardín. Altamente improbable me parece a mí, era gente más aburguesada que las hamburguesas, de vivir en pisos del centro de la ciudad,¿ para qué quieren plantar eso?, ¿ dónde lo van a plantar?,¿ en el retrete quizás ?.
No entiendo nada, me parece genial que la gente se vuelva ecologista y se ponga a plantar árboles, pero de ecología no veo ni leche, lo que pasa es que era gratis, ya ves tú, que regalan un trozo de rama para plantar, pues no importa, se hace cola de dos kilometros y tan contentos.
Lo curioso es que las floristerías están llenas de preciosas plantas, hay gran variedad de ellas a 1 euro, fíjense bien, y todo ello por qué, porque no las compra nadie. El negocio está en las coronas funerarias, el resto de plantas están para decorar la tienda.
Otro día me fijé que había otra cola muy larga cerca de la estación del metro. No sabía que era, pero cuando vi que había gente de todas las edades esperando me di cuenta que es porque daban algo gratis. Me puse a preguntar a la gente qué es lo que había allí, y todos me respondieron lo mismo, que no lo sabían, pero que daban algo gratis. Seguí caminando hasta hallar la cabeza de la cola para ver cual era el obsequio. ¡Qué sorpresa la mía al ver que el regalo era una piedra que pesaría por lo menos 200 Kilos. La gente discutía con las azafatas para que le dieran la piedra más guapa. Las azafatas muy monas ellas iban subidas en un montacargas detrás del mostrador para recoger las piedras con las que obsequiaban a esta gente. La gente se tenía que ayudar entre ella para llevarse a casa la piedra. Entre tres personas por lo menos tenían que empujarla por la calle para llevarsela rodando.
Yo no daba crédito, incluso las abuelas de 90 años con abrigos de bisón sacaban más fuerza que Sansón para llevarse a casa estos tesoros.
Mayor sorpresa aún fue ayer mismo en que vi una cola asombrosa a las puertas del tribunal de justicia. No había ningún juicio de interés público, no, lo que pasa es que también regalaban algo. Vaya sorpresa,¿ qué podrían regalar allí ? Cuanto más se acercaba uno al edificio el olor era más insoportable. ¡Y cómo no iba serlo! El regalo que daban aquí eran " zurullos frescos". Había tras unos biembos dentro del edificio como un centenar de voluntarios, todos ellos defecando en unas bacinillas patrocinadas por el ministerio donde depositaban el aclamado obsequio. La policía tuvo que intervenir en alguna ocasión porque había gente que se colaba y hubo alguna que otra pelea. No era para menos, es que zurullos frescos no se regalan todos los días.

17 de noviembre de 2010

El látigo del futuro

Hola me he propuesto volver a escribir. Y es que es una buena droga el hecho de sacar del alma unas cuantas letras aunque sea para decir bobadas. La verdad que no tengo nada gracioso que contar, como para hacer honor al título y troncharse. Así que voy a soltar un rollo aquí, en plan psicología de barrio que tenía ganas. Que claro está que todo el mundo la tiene (la psicología de barrio me refiero). Son esos momentos de soledad personal en los que quizás uno va por la calle y de manera espontánea uno se hace diálogos tan espléndidos que es una pena que sólo fuese testigo el viento de lo pensado. Y voló. Y se fue, y a empezar de nuevo. Está bien, eso podría ser un poco lo que es la psicología de barrio, aunque ya sé que me explico fatal. El caso es que quiero troncharme de risa y al mirarme al espejo tengo la cara seria como un cenicero, y no debe de ser muy bueno tener una cara así. Así que me he dicho, ya está, necesito un látigo hacia el futuro. Por cierto que no tengo interrogantes, quiero decir el sigo del interrogante en este teclado, yta que el ordenador éste es un poco una patata así que a partir de ahora para abrir y cerrar interrogante utilizaré el signo de paréntesis al revés.

Pues estaba diciendo, qué es un látigo para el fututo, es muy fácil es un poco de magia, una magia de barrio que se necesita para estar donde uno tiene que estar. Como cada segundo es importante no se puede dejar pasar ni uno, y si ya es para ponerse depresivo apaga y vámonos. Es así, la depresión, o bueno, la apatía a secas hay que darle un tortazo en la cara. Uno se acomoda en esa sensación tan fácilmente que incluso parece reconfortante el dejar el tiempo pasar esperando, se dejan las cosas por hacer, y se piensa que ya se hará en otro momento. se oyen frases en el ambiente, como ya llegará mi momento, no hay mal que dure cien años, etc, que no son más que disfraces a la vagancia para no ponerse manos a la obra de lo que realmente importa. De todas maneras la televisión tiene un millón de programaciones para entretenernos en el arte de no hacer nada.
Bueno, por todo ello yo propongo un látigo imaginario para el futuro, para tu futuro, para que lo toques y sea presente, porque esas cosas inconexas de la psicología de barrio que a ti te hacen tilín ya están aquí, ahora hay que traerlas al mundo tangente.
Para ilustrar un poco lo que es un látigo del futuro me basaré en la película infantil que seguramente todos habéis visto; "la Bruja Novata", si, esa en la que sale la de "Se ha escrito un crimen", se llama Ángela Lansbury.
Normalmente hay que ceñirse a películas infantiles para encontrar látigos del futuro. Las películas más "serias" suelen ser dramones de color gris, donde queda poco espacio a la imaginación.
El momento látigo del futuro es ese el que la bruja consigue la fórmula de la locomoción sustitutiva. Ella cree que va a ser algo maravilloso y que podría ser un hechizo muy bueno para combatir la guerra. El caso es que tras conseguir encontrar las palabras mágicas, las cuáles tenía en frente de sus narices sin saberlo se da cuenta de que no funcionan.
Algo fallaba, ella era la bruja, tenía el poder, tenía las palabras, pero le faltaba el látigo del futuro.




Este análisis particular me ha llevado en centrarme en una película para niños (realizada por adultos), para dar a ententar la piedra filosofal del llamado látigo del futuro.
El mensaje es válido para todo.
Si alguien tiene un látigo del futuro que quiera compartir sería muy bueno, así nos troncharemos de risa.

8 de noviembre de 2010

* Me cambio de familia

Hablaré de un programa de telecinco, se llama "me cambio de familia", y más que como un mero programa de entretenimiento inocente, me causa cierto rubor. Seguramente todo el mundo se acuerda de la escena que nadie vio de Ricky Martin de la mermelada en "Sorpresa Sorpresa", esa que vio todo el mundo sin verla, eran tantas las ganas que teníamos de verlo que nuestro cerebro se lo imaginó y se lo creyó. Son los peligros que corremos al ver tanta telerrealidad, que normalmente ésta supera a la ficción. Y el alma humana tiene recobecos personales que nos pueden caer los ojos del susto al verlo sin previo aviso por la televisión bajo el inocente propósito de jugar a ver la vida de los otros.
No es necesaria una visión tan vulgar y tan soez como la escena del perrito, las palabras de por sí son suficientes para desenmascararnos, y eso es lo que se ve en tal reality. Una cosa es "Gran Hermano", donde se pacta de antemano el hecho de entrar a una casa por un tiempo y jugar. Bien, lo de "me cambio de familia" vale que también está absolutamente pactado y manipulado, faltaría más. El detalle viene cuando se juega con las reglas invisibles de cada uno. El hecho de que jugamos a vivir una experiencia, pero el asunto es peligroso cuando la experiencia es en casa de "X", y, mientras dura el show, resulta que una mujer cambia de familia y vive por durante dos semanas la vida de otra mujer, la que a su vez se cambia por la vida de la primera. Socialmente en el mejor de los casos puede ser bastante enriquecedora el experimento, al menos esa es la intención con la que supuestamente se acude al programa, pero los problemas vienen cuando se mezclan cámaras con el propio terreno de las familias donde realizan su vida; cuando se entramos en la intimidad de la gente y se desdibujan las personalidades. Ocurre que se pretende dar una imagen y se acaba abriendo la caja de Pandora. De si a esta familia yo le voy a enseñar estos valores o estos otros, o de la voluntad dequerer vivir una maravillosa y constructiva experiencia; estas son las razones que motivan a las concursantes en primera instancia. No hay trampa ni cartón, porque por muy altas intenciones que se tengan, por lo que he visto lo que afloran son las emociones más primitivas y estúpidas del género humano. Adultos que se vuelven niños, y niños maleducados encarándose con adultos. Quizás todos seamos así, ya sabéis que se dice que los trapos sucios se lavan en casa, y eso es lo que nos da el programa "trapos sucios"; y bien sucios. Hay que tener una madurez y una entereza muy fuerte para salir airoso de esto. Por más que se diga que somos modernos los estereotipos existen, las diferentes clases sociales, los machismos y feminismos, los sentimientos y resentimientos anacrónicos perduran.
El programa es un reflejo de nosotros mismos en el que se siente un poco de vergüenza ajena, de esta España inconexa y pasional, que se cree moderna. Entre otras perlas hemos visto a una señora que tiene la habitación de las niñas llena de santos por la fé de ella en vez de la de las niñas, a una mujer que no esconde sus sentimientos racistas pero que a la vez se enamora del otro marido, a la generación "ni-ni" en su hábitat natural,etc,..., en fin, yo no sé para qué se presentan, ya que la mayoría han salido mal paradas. O quizás no, si hay otra cosa que quedar clara es el hermetismo general de la gente, donde nadie da el brazo a torcer. A pesar de los muchos esperpentos que han pasado por el programa, seguramente que a cada desafortunada señora que ha vuelto a su hogar desilusionada por lo mal que la trataron se la da una palmada en la espalda mientras se pone verde a la familia anfitriona. Mejor será echar pelillos a la mar y si te he visto no me acuerdo, tan sólo ha sido testigo de lo vivido España y parte del extranjero, nadie más. Que se lo coman con patatas los espectadores y se tomen sal de frutas para no agarrarse una indigestión.






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5 de noviembre de 2010

* Fifi, Cheché y Crochenca

  Eran conocidas por todo el mundo como "las tontas". Se llamaban Fifi, Cheche y  Crochenca. Eran las reinas del guatiné con pantuflas en el hogar. Cada una en una punta de la ciudad. Los teléfonos no eran necesarios porque ellas mismas se encontraban cada miércoles al lado de la estantería de los croissants quemados del supermercado de la calle del hornitorrinco. Como zombis de su insconsciente no faltaban a la cita, y creyendo que era por propia espontaneidad el encuentro aprovechaban para tomar un café sin ganas en el bar del caracol.
Eso si, antes es marchar Crochenca  olfateaba cual perro buscando su presa cada sección del establecimiento en busca del ofertón. Aquí está decía: champú con olor a melón salvaje,pues yo me llevo dos...

3 de noviembre de 2010

* El funeral coñazo

Hay ciertos acontecimientos en la vida que nos ponen en el mapa real de las cosas, aunque nosotros no queramos. Las bodas, los funerales o las manifestaciones masivas en las calles que casi siempre son por alguna desgracia son algunos ejemplos. Muchos quisieran que ni existiesen tales acontecimientos para seguir igual de desapercibidos que siempre y otros aprovechan para hacerse notar aún más.
Los funerales que son un acontecimiento que es horroroso, pero no por la pena de perder al ser querido, sino porque son un verdadero coñazo, por lo menos los nuestros en general. Reconozco que es algo digno absolutamente el aconteciemiento en sí, el hecho de celebrarlo y brindarle una despedida al ser que se ha ido. Me pregunto yo qué porcentaje de masa cerebral, mejor dicho de vivencial espiritual de mi mismo estaba presente en el último funeral al que asistí. El cura muy correcto y muy frío teniendo como defensa la Biblia hablaba cristianas palabras, que el pobre hombre lo hacía con su mejor intención claro está, sólo por el hecho de ser cura ya mis respetos, porque es raro tener vocación tan clara en estos tiempos. Lo que critico no es sí si se hizo bien o se hizo mal, lo que critico es al ambiente general de la situación que se me quedo en el cuerpo, si es correcto o no toda la liturgia, porque después de todo a mi se me queda un sabor muy artificial y muy vacío de despedir así a un ser querido.
Una iglesia llena con un rebaño de familiares que no se ven nunca, que no se conocen, que mantienen la compostura, que se visten con el código de luto diseñado por otros, haciendo acto de presencia, para así que el supuesto alma del ser querido llegue antes a los cielos.
El susodicho cura lo sentía tan ajeno pronunciando los nombre y apellidos del reciente fallecido que no me parecía que hablaban de la misma persona a la que yo conocí en vida. Ningún calificativo se aproximaba a la verdadera esencia del que se fue.
Acabada la triste pamplina llega el momento más intenso de todos, el más tétrico, el de enterrar en el nicho a nuestro pariente por siempre. Un momento tristísimo y emotivo que será el definitivo adios.
Ni una voz, silencio total, se escuchaba el respirar de cada persona con amplificadores, sólo los seres más queridos le lloraban, el resto no sabía a dónde mirar, y disimulando miraban al suelo. De repente suena el móvil del enterrador, lo cuál cortó el ambiente como un rayo eléctrico, la primera reacción que tuve fue el soltar una gran carcajada, de hecho me entró la risa por un momento y tuve que disimular, la falta de respeto por mi parte fue horrible, pero el acto reflejo se me adelantó, no pude ni pensarlo. Estaba claro que la llamada venía del cielo para reirse de todos nosotros, los muertos vivientes.