19 de marzo de 2012

27º


El termómetro marcaba 27º. Una temperatura perfecta para la cuidad de Génova. Bueno, más bien una temperatura perfecta de calor para cualquier lugar para estar a la interperie ligero de ropa. Empezaba a llover y el viento al rozarme me dio un generoso escalofrío. Supuse que me había quedado parado y que tenía que poner mi cuerpo y mi energía en movimiento porque aquél termómetro seguía marcando 27º. Lo extraño de todo es que era el mes de noviembre. Una altísima temperatura para la temporada según mi humilde opinión. Como era extranjero en la tierra de primeras yo di por hecho de que no sabía nada del lugar. Así que hayá donde fueres haz lo que vieres. El termómetro publicitario de JCDecaux con su propaganda de Cocacola Dos con quince burbujas marcaba tal temperatura y la gente obedecía. Los hombres del tiempo se guiaban por aquellos termómetro también. las plantas se secaban guiadas por la señal de los 27 a pesar de la lluvia. ¡Todo era muy raro! La gente se informaba de la política y de la economía para tener algo de qué hablar mientras vivían en la era de los 27ºv el horóscopo. Gran hermano ya no te vigila, ahora te vigila el termómetro.

10 de marzo de 2012

Oviedo y el cityville


  Debo confesar que soy un jugador de ese juego absurdo del cityville del facebook. Si; ese de construir casitas y edificios, de hacer una ciudad sin una estrategia clara ni fin concreto. Cuando hace tiempo que los videojuegos son casi experiencias místicas gracias a los avances de la informática yo juego a esta bazofia. Tengo edificios públicos por doquier esperando contratar personal para poder abrirlos. La gente ya se ha cansado y visito a los vecinos con el ánimo de arañar una poquillas de monedas para continuar con el frenesí vacuo de mi ciudad.
  Salgo a la calle y hago comparaciones entre el modelo real y videojuego de cartón del facebook. El ansia del juego es subir niveles y tener muchos edificios públicos abiertos que te permitan adquirir más población. Criterios estéticos no tiene. ¡Qué gran pecado! Se pueden amontonar y amontonar bloques y bloques sin ningún sentido ni calidad de ciudad habitable. En fin, tampoco pasa nada; es sólo un juego.
  Me subo al monte Naranco desde donde se divisa toda la ciudad y observo las ampliaciones urbanísticas de los barrios de La Florida y Las Campas. Esos nuevos barrios residenciales para una clase media, media-alta y pienso: -¡Mira qué bien, cuánto espacio!, e inmediatamente después pienso qué buena idea sería para mi Cityville si consiguiera unas cuantas ampliaciones y poder abrir esas grandes avenidas en mi ciudad. Bueno, con cuatro ampliaciones de golpe quizás podría. Pero al volver a la realidad lo que más destaca en la maraña urbanística que tengo bajo mis pies es el reciente edificio de "El Calatrava", se llama así populamenter por la megaestrella mundial que lo ha diseñado. Como el hombre es poco conocido pues para más inri el edificio tiene su nombre, como todos los edificios de este señor por el mundo (creo que en la luna ya tiene algún proyecto con su nombre también), entonces me pongo a pensar porqué mi casa no se llama de ninguna manera especial, simplemente es "mi casa", y no entiendo entonces por qué no se llama por ejemplo " El Perico de los Palotes". Resulta que destaca el edificio por cuestión de cojones, como una ponzoña cagada por un extraterrestre cósmico y la plantarón ahí sin más. Nos dijeron que el edificio era hermoso a nosotros los humildes transehúntes. Todo el mundo se lo creyó a regañadientes. El problema es que tiene una escala tal que el lugar idoneo para ubicarle sería una Place de l'Etoile de Paris en sustitución del Arco del Triunfo por ejemplo. Mi mente vuelve al cityville y ponzoñas así tengo varias en mi ciudad virtual. Mastodontes esperando a contratar personal suficiente sin criterios estéticos para el habitante que me haga suben muchos puntos. Puntos estériles.
 En el CV coloco mis edificios en cualquier sitio, no hace falta pensar en las aceras, ni en las farolas, en si está pegado a unas pastelería,... Este Calatrava es lo mismo, no importa estar embutido entre torres residenciales, comerse una iglesia y que los transehuntes para entrar tengan que sortear una peligrosa rotonda o una acera de tierra. lo importante es hacer el tocho sin diálogos. Este es mi tocho. Este es tu tocho. Este es mi tochín. Cada uno de su padre y de su madre, y el hilo que coserá todo ese entramado que será la nueva ciudad serán mis cojones.