Ir a la moda suena a ser genial genialísimo, suena a ser transgresor, a que si no sigues la tendecia desapareces y a mi justamente me parece todo lo contrario. Esas colas de los centros comerciales a día siete de enero en las oríginales franquicias de moda que se forman para salir a lucir las prendas a la calle al día siguiente como si nos reencarnásemos en nuestra nueva personalidad cada vez me parece menos estimulante. Al menos yo no encuentro nunca lo que me gusta; quien dicta la moda no sé quién es, pero me parece que no me estima demasiado. Nunca encuentro nada que me quede como un guante, ni en color ni en forma. Seguramente es algo que le pasa a todo el mundo, y por eso compran a puñados como si estuviesemos en tiempos de guerra. Tengo que conformarme entre lo que hay disponible escoger lo menos feo para mi gusto. De hay la expresión: "Es lo que hay". Desconozco mi verdadero estilo entre tanta aparente variedad, porque me disfrazo para ir a la moda. Una solución sería vivir en una gran ciudad megahipercosmopolita de la muerte, donde hay variedad a tutiplén para escoger qué comprar, donde da igual ir de mamarracho que estupendo, que desnudo. La regla invisible que pulula en el aire es que si quieres ir a la moda tienes que ser un clon. Lo único interesante del acto ritual de las rebajas es básicamente que es todo más barato, aunque lo que compres esté hecho de tela de araña. Quizás mi sentido de la vergüenza me impida ir disfrazado como las japonesas adolescentes o quizás sea un ser tremendamente asocial por no encontrar una tribu que satisfaga mi estilo en el vestir. La conclusión a la que he llegado de eso de que todos somos iguales parece real. Hay en el ambiente un perfume colectivo que te susurra al oido: estudia, consigue un trabajo, haz tu vida y después ven a comprar a nuestras tiendas. Usted puede estar en el nivel que quiera que siempre consiguirá estar a la moda. Tenemos tiendas que se ajustan a su bolsillo. Quizás la calidad del género deje bastante que desear, pero no importa; aunque sea en versión barata de extraradio y con peligro de sacar bolas con el uso y que cambie de color al primer lavado, usted tiene garantizado que lo que lleva puesto es la moda.
Así que si uno quiere hacer la revolución francesa a partir del siglo XXI el mensaje es simple. Que en las escuelas enseñen a los peques esas mariconadas como aprender a coser. Que todo el mundo sepa coser y se diseñe la ropa, así ya se verá como cambia la humanidad entera desde abajo con una chorrada tan monumental.
Así que si uno quiere hacer la revolución francesa a partir del siglo XXI el mensaje es simple. Que en las escuelas enseñen a los peques esas mariconadas como aprender a coser. Que todo el mundo sepa coser y se diseñe la ropa, así ya se verá como cambia la humanidad entera desde abajo con una chorrada tan monumental.